Sé por qué estás aquí.
Llevas una temporada enviando emails a tu lista de suscriptores.
Escribir cada uno de ellos te puede llevar horas: le das vueltas y más vueltas a la idea central, barajas 50 líneas de asunto distintas hasta dar con una que te convence, reescribes cada párrafo mil veces… Todo para lograr que sean perfectos.
Pero el resultado siempre es el mismo:
Ni un. Dichoso. Clic.
Por más emails que envías, el CTR no sube ni de casualidad. Y ya no sabes si es que Active Campaign te tiene manía o es que el email marketing no es lo tuyo y te iría mejor plantando berenjenas en el campo.
Relax.
Yo también he pasado por eso y sé por experiencia que no es nada agradable.
Pero también sé, después de unos cuantos años redactando emails y de pegarme unas cuantas tortas, que hay algunas claves (llámalos «trucos», «buenas prácticas» o «sentido común», lo que prefieras) para conseguir que los suscriptores hagan clic en las CTAs de tus emails.
Y eso es lo que te voy a contar en este post.
En concreto aquí te explico:
Prepárate, que se viene una clase magistral sobre CTR. 😉
Empiezo por lo básico:
En los emails, el CTR mide qué porcentaje de los usuarios que han abierto tu email han hecho clic en el enlace (o enlaces) que contenía.
Y… ¿es una métrica importante?
No: es absolutamente FUNDAMENTAL.
De hecho, el CTR es una de las métricas que más miramos, junto con la tasa de apertura, en cualquier campaña de email marketing.
Porque una tasa de clics baja significa:
En definitiva, significa que tu email no cumple el objetivo para el que lo has escrito.
NOTA: como ves, en este post me estoy refiriendo en específico al CTR en email marketing, pero ten en cuenta que esta es una métrica que también se usa mucho en publicidad (para controlar cuánta gente hace clic en un anuncio) y en SEO (para medir la tasa de clics en los titles).
La fórmula es esta:
Clics recibidos / Emails entregados x 100
Es decir, se calcula teniendo en cuenta los emails que han llegado a la bandeja de entrada del usuario, sin contar los rebotes (correos que han acabado en spam, o que no se han entregado porque la bandeja de entrada del receptor estaba llena, etc.).
¿Lo bueno?
Que esto no lo tienes que calcular tú mismo, porque las propias herramientas de email marketing te ofrecen este dato.
Y ahora, una pregunta que sé que te estás haciendo…
Si me conoces, ya sabrás lo que te voy a responder:
DE-PEN-DE.
Para empezar, el CTR medio puede variar muchísimo de un sector a otro.
De hecho, aquí tienes un estudio hecho por Mailchimp (una plataforma de email marketing) en el que te resumen el CTR promedio y otras estadísticas divididas por sectores, para que tengas una referencia.
Pero además de esto, el tipo de email que lanzas influye muchísimo.
Y es que no es lo mismo enviar:
Para que te hagas una idea (que sé que te encanta cotillear), te dejo el CTR promedio que consigo con mis emails diarios:
Ojo.
Todas estas cifras te pueden servir como referencia, pero no te obsesiones con ellas.
El objetivo no es alcanzar un CTR medio de un X %, sino ir probando y que veas qué es lo que mejor te funciona a ti.
Y es que hay un detalle muuuuuuuuuuuuuuy importante que muuuuuuuuuuucha gente suele pasar por alto.
Si tu suscriptor no llega ni a ver la llamada a la acción (call to action), lo vas a tener muy difícil para que haga clic, ¿no?
¿Y por qué un suscriptor podría no llegar a ver la CTA?
Por estos 2 motivos:
Te decía antes que el CTR es el porcentaje de usuarios que reciben tu email, lo abren y hacen clic en el enlace.
Por eso, a veces lo que falla no es el texto del correo ni la CTA, sino que el asunto tiene tan poca chicha que el email pasa sin pena ni gloria por la bandeja de entrada del usuario.
Si es el caso, recuerda:
¿Que tu tasa de apertura ya es lo bastante alta? Entonces pasamos al siguiente punto de la lista.
Ya está.
Tu suscriptor ha pinchado en el email y ha empezado a leerlo…
Pero, línea a línea, los ojos se le van cerrando, porque lo que le estás contando es tan aburrido que tiene efecto somnífero.
O peor: has intentado darle un toque original pero se te ha ido la mano, y el resultado es un texto sin pies ni cabeza, con un montón de ideas deslavazadas e imposible de entender.
En los dos casos el resultado es el mismo: el lector cierra la ventanita del navegador y a otra cosa.
Y lógicamente, olvídate de que clique en la CTA del correo.
¿Qué puedes hacer para evitarlo?
Te parecerán consejos muy básicos, pero ni te imaginas la de veces que me he topado con estos fallos corrigiendo emails de los alumnos de Email Attack.
Sobre llamadas a la acción podría escribir un capítulo entero de un libro (en realidad lo he hecho; concretamente, el capítulo 11 de Email Attack).
Y es que son una pieza clave para aumentar el CTR.
Es lógico: por muy bueno que sea tu email, si al llegar al final no le dejas claro al usuario qué quieres que haga a continuación, pues… no hará nada.
Cerrará el navegador y seguirá con su vida.
Pero es que tampoco basta con poner un enlace o un botón y ala, a recibir clics como locos. Ojalá fuera tan fácil…
Para que tus CTAs sean efectivas, hay un par de cosillas que debes tener en cuenta.
Este fallo lo hemos cometido todos.
Metemos chorrocientos enlaces pensando que, a más opciones le demos al lector, más probable es que haga clic en alguno.
Y lo que ocurre es justo lo contrario: hay tantísimas CTAs que el lector «no las ves», las obvia.
Por eso, recuerda:
Vale, ya sabes cuántas meter. Pero también hay que saber redactarlas. 😉
La pregunta que tu suscriptor nunca debería hacerse.
Una CTA tiene que ser directa, y dejarle claro al usuario qué va a ocurrir si pincha en ella. Me refiero a que no hagas promesas vagas como: “Si quieres solucionar tu problema con X, haz clic aquí”.
Vale, pero… ¿qué me voy a encontrar si lo hago? ¿Me vas a vender tu servicio? ¿Un curso? ¿Es un enlace a un post?
Si no me lo aclaras, no lo entiendo. Y si no lo entiendo, no hago clic.
Así de simple.
Por eso es importante que uses llamadas a la acción muy específicas, tipo:
La regla es simple: cuanto más mascadito se lo des todo al lector, más posibilidades de que haga clic en tu enlace.
CTAs las hay de muchos tipos.
La más típica es: «Haz clic aquí y accede a XXXX«.
Funciona bien, es clara y directa… pero también muy aburrida, porque esa misma fórmula la usan literalmente todas las webs, publicaciones e emails del planeta.
Para darles un poco de juego a tus llamadas a la acción y no sonar como un disco rayado, puedes:
Esos son consejos básicos que siempre te van a ir bien, aunque también te recomiendo que pruebes a hacer otras cosas.
Te pongo un ejemplo:
Este es un trozo del email que envié a mi lista para dirigirles al post que había escrito sobre cómo conseguí que Daniel Throssell se leyese mis emails.
Si te fijas, los enlaces están dentro de un diálogo.
Es una forma de introducir la llamada a la acción de una forma más natural.
Por eso, prueba y mide siempre.
Ya lo ves, la cosa no es nada sencilla.
Hay un montón de factores que entran en juego para conseguir que la persona al otro lado de la pantalla entre en tu email, se lo lea y haga clic en el enlace que le has puesto.
Pero es que ese “clic” es la razón por la que enviamos el email. Es el objetivo que perseguimos.
Así que si el CTR es bajo, eso significa que todo el tiempo y el esfuerzo que has invertido en escribir el email se irá por el coladero.
Para conseguir que hasta el último de tus suscriptores hagan clic, tengo un curso.
Se llama Email Attack. Es un curso en papel que te mando a casa, y en el que te explico literalmente TODO lo que he aprendido sobre email marketing en todos estos años.
En esta página tienes toda la información sobre el curso.
¿Qué me dices? ¿Vas a hacer clic? 😉
Entonces te va a gustar todavía más lo que tengo preparado para ti en mi newsletter.
Si te suscribes, te regalo una plantilla de email de venta, y además te envío un email* de lunes a jueves a las 8:08h (*y con email me refiero a correos frescos, divertidos, con muchas lecciones y con los que te lo vas a pasar pipa).