De pequeña no sentía el dolor.
Pero no me estoy refiriendo a que fuese muy valiente y que no me importase «jugarme el tipo» haciendo la travesura de turno.
No.
No sentía el dolor.
De forma L-I-T-E-R-A-L.
Y mi historial de percances, zambombazos diversos y demás accidentes son buena prueba de ello.
Para que te hagas una idea, siendo todavía una bebé, mis padres tenían que tenerme todo el rato controlada porque uno de mis pasatiempos preferidos era meter uno de mis dedos en el canto de una puerta y cerrarla.
Se ve que como no me dolía, y pues oye; venga a cerrar la puerta.
Cuando tenía 3 años me rompí la nariz.
¿Por qué?
Porque para bajar del muro en el que estaba sentada, en vez de saltar hacia abajo (vaya, lo normal); salté en línea recta para «abrazar» el muro que estaba enfrente.
Sí, algo así como el gato, pero aterrizando primero con mi cara.
¿Y que haría una niña de 3 años que se acaba de romper la nariz?
¿Llorar desconsolada?
Según mi madre se me cayeron 2 lagrimillas y solventado el tema.
Podría seguir contándote historias, como cuando en una fiesta de despedida que le hicieron a mis padres me estampé contra un coche que estaba aparcado (en todas las fotos salgo con un ojo morado), o como cuando casi se me cae una oreja de la infección de oído que tenía.
Da igual lo que me ocurriese. Mi reacción siempre era la misma.
Un leve disgusto inicial y pa´lante.
Por suerte, a día de hoy ya siento el dolor en su justa medida; pero ahora que echo la vista atrás, creo que dentro de mí se ha quedado algo de ese: «tú sigue, que esto no duele. Avanza».
Y es que ahora que pienso en cómo empecé como copywriter y a escribir emails, veo un poco lo mismo.
Que hago un email que tiene de interesante lo mismo que leerte todos los artículos de la Wikipedia de la A a la Z… No pasa nada, ya saldrá mejor el siguiente.
Que hago un email con una CTA que incitaba pasar a la acción lo mismo que dormirte una siesta veraniega… No pasa nada, ya saldrá mejor el siguiente.
Y es que para evolucionar en esto del email marketing tienes que tener un poco de alma kamikaze, porque hasta que no te comes muchas… …. digamos, galletas… … no avanzas.
Y te puedo asegurar que mi historial de batacazos con el email marketing es igual de diverso e interesante que el de los golpetazos.
A escribir se aprende escribiendo (y equivocándote).
Pero como soy consciente de que no todo el mundo tiene el mismo amor que yo por el dolor, aquí te traigo una guía de email marketing para que puedas escribir correos que vendan… sin sufrir tanto. ?
IMPORTANTE: en el post me he centrado en explicar cómo escribir los emails de distintos funnels, que creo que es lo que te puede ser más útil ahora, pero ten en cuenta que el email marketing es una temática más extensa.
Mandar emails y vender, ¿no?
¡Já!, Casi, pero no.
Te lo explico un poco más desarrollado.
Hacer email marketing significa mandar correos a tu lista con el objetivo de establecer con tus suscriptores una relación de confianza a largo plazo. Porque solo una vez que consigas generar (y mantener) esa confianza, tu público estará dispuesto a comprarte.
Porque no, las ventas no surgen por arte de magia.
Cuando una persona decide gastarse su dinero en tu servicio o producto, lo hace porque confía en ti. Porque está convencido de que vas a poder ayudarle y de que eres la mejor opción frente al resto de tu competencia.
Y eso no se logra de un día para otro, ni enviando un email cada tres meses.
Lleva tiempo y, sobre todo, dedicación.
Igual que una persona con la que has tenido un par de citas ni se plantearía casarse contigo, el suscriptor que acaba de aterrizar en tu lista todavía puede no estar preparado para comprarte.
De ahí que sea necesario enviarle emails:
Porque todo genera confianza y conecta con tus suscriptores.
Como resumen de toda esta parrafada me gusta decir que:
Con los emails puedes llegar al corazoncito de tu audiencia.
Y a partir de ahí, llega la venta. 😉
“Mila, ya tengo claro que esto del email marketing no se hace en dos días. Pero ahora, ¿qué emails tengo que enviar? Es que no tengo ni idea”.
Esta pregunta me la han hecho un millón de veces.
Y yo siempre digo lo mismo:
Depende de tu objetivo. Y de tu objetivo, el funnel que montes.
Porque no es lo mismo escribir emails cuando vas a sacar un producto nuevo y quieres presentárselo a tu audiencia, que cuando la meta es conseguir ventas regulares.
¿Me sigues?
Por eso los emails variarán mucho según el objetivo de tu embudo de ventas.
Te doy algunas ideas.
NOTA IMPORTANTE: si todavía no tienes claro qué es un funnel, te recomiendo que primero leas este otro post.
Un embudo evergreen es uno que está siempre funcionando.
Podría ser algo así:
El objetivo de este funnel es conseguir ventas regulares en automático, pero claro, para conseguirlo antes tienes que ganarte la confianza de esa persona que acaba de entrar en tu lista.
¿Y qué hacemos para conseguirlo?
Mandar emails, claro está.
La secuencia de bienvenida se puede enfocar de muchas maneras, pero como referencia puedes utilizar la secuencia Soap Opera de Russell Brunson.
En resumidas cuentas, los emails que propone son:
En este post te explico más a fondo cada uno de ellos.
Y después de esta secuencia (aquí viene lo importante), no te puedes quedar de brazos cruzados.
Tienes que seguir enviándole emails de manera habitual a ese suscriptor para mantenerte en su mente. Por ejemplo, es muy común enganchar con los emails Seinfeld, donde combinas entretenimiento y venta.
Se trata de una campaña puntual de venta que puede usarse con distintos objetivos. Por ejemplo, para conseguir un pico de ingresos ofreciendo un descuento durante unos días, o también, para presentar un producto a tu lista (y así validarlo).
Te explico cómo podría ser un funnel así:
¿Y qué emails pueden componer este funnel?
Estos suelen ser los más habituales:
Esto es solo una referencia, porque luego hay que ver las necesidades de cada campaña (si hay que resolver más objeciones, si tenemos casos de éxito o no, etc.).
Esto ya son palabras mayores.
Cuando hablamos de un webinar o un lanzamiento Product Launch Formula (si no sabes de qué te hablo, aquí tienes un post explicando qué son los PLF), necesitamos mandar muchos emails.
Muchos.
A grandes rasgos los podemos dividir en 4 bloques:
Si ya tienes una lista de suscriptores… tendrás que invitarlos a que se apunten, ¿no?
Pues para eso tenemos los emails de captación.
Por ejemplo, supongamos que vas a lanzar un webinar con “Las 4 claves para autopublicar tu libro”.
Estos son algunos emails que podrías enviar:
Ten en cuenta que es importante que te diferencies ahora que el mercado está lleno de entrenamientos gratuitos. Explica a tus suscriptores por qué se tienen que apuntar a tu webinar o PLF en vez de a otro.
Vale, ya has conseguido que se apunten, ¿y ahora qué?
Pues ahora toca mantenerles activos y que sus expectativas en cuanto a lo que van a conseguir con el entrenamiento crezcan.
Veamos qué tipo de emails se pueden mandar en esta etapa:
Bien, demos un pasito más.
Estos no tienen ningún misterio.
Se trata de enviar varios correos avisando al usuario de cuándo va a empezar el webinar y dejándole un enlace para acceder.
Se suelen mandar varios:
El que no entra es porque no le ha dado la gana. 😉
Llegamos a la parte jugosa: a la venta
¿Y aquí que cuentas?
Como antes, aquí te estoy dando una referencia, pero se puede plantear de distintas formas:
Como te explicaba antes, para decidir qué emails escribir, hay que analizar la información de la que disponemos (la que obtenemos de la investigación) y en relación a eso, ver que beneficios reforzar, qué objeciones trabajar más, etc.
Esto es aplicable a todos los funnels que hemos visto (y en general, a cualquier aspecto de tu negocio).
Da igual si se trata de tus emails diarios o si has decidido hacer un macrolanzamiento de miles de euros.
Mide. Tus. Resultados.
Y a partir de esas mediciones, aplicas mejoras.
A nivel de email marketing, los indicadores que más te interesa tener controlados son:
Ojo, ten en cuenta que para medir un funnel tienes que controlar muchas más métricas. Aquí me estoy ciñendo a lo que es email marketing.
Mide, testea, analiza. Y vuelve otra vez a empezar.
Hay una cosa que siempre me llama la atención.
A todo el mundo le preocupa mucho saber qué emails enviar. Les entran los siete males cuando se tienen que poner a diseñar una secuencia de bienvenida o de venta.
Y la cosa es que para mí esa es la parte fácil.
Lo complicado de verdad es: ¿cómo corchos escribo un email que enganche, que conecte con mis suscriptores y los lleve hacia la venta?
Porque después de haber escrito cientos o miles de emails, te aseguro que eso no es fácil.
Por eso, ahora toca una ronda de consejos acerca de cómo lo hago.
Cada email solo debe tener un único propósito.
Si te lías a poner varios enlaces con objetivos diferentes, a tu suscriptor le cortocicuitarán las neuronas y al final no hará clic en ninguno.
Está claro que si no te leen, no vas a vender.
Por eso deberías dedicar un poco de tiempo a crear los asuntos de tus emails y mimarlos un poquito (nada de poner lo primero que se te pase por la cabeza para quitártelo de en medio).
Recuerda, hay clásicos que «siempre» suelen funcionar muy bien:
¿Quieres más? En este post tienes unos cuantos consejos para escribir los asuntos de tus emails.
Vender no es explicar tu oferta una y otra vez. A nadie le interesa saber qué maravilloso descuento estás haciendo.
Lo que la gente quiere es escuchar historias. Y si encima con esas historias consigues que vean que tu producto es lo que necesitan para resolver su problema… ¡toma jeroma, pastillas de goma! (tradúcelo a cualquier expresión de alegría desmedida que te guste).
No te cortes a la hora de contar historias. Estas son algunas de las que yo he contado a mis suscriptores:
Las historias venden.
Fin del consejo.
Si necesitas inspiración, aquí tienes un post con varios ejemplos de emails con storytelling.
¿Qué pasa si tus suscriptores abren un email tuyo y se encuentran con un pegote de texto de 20 líneas sin espacios ni puntos y aparte?
Pues que les parecerá tan apetecible como esos espaguetis resecos que llevan 3 días en tu nevera.
Tienes que darles ritmo.
Ritmo textual, pero también ritmo visual. Que el email entre por los ojos y que sea digerible.
Para eso:
Incluso, yo a veces me vuelvo un poco loca y añado dibujos, líneas con la fuente más grande o más pequeña…
De hecho aquí tienes un fragmento de uno de los emails que envié a mi lista donde puedes verme en todo mi esplendor (y poniéndome un poquito en evidencia, para variar):
Lo hagas como lo hagas, la cuestión es que tu suscriptor se deslice por el email como por un tobogán.
Vale, te dejo un par de segundos para que cojas aire, que te he soltado mucha información de golpe.
…
¿Ya?
Bien, pues ahora te quiero decir dos cosas más que también son importantes.
La primera es que lo siento mucho, pero haber leído este post no te va a servir de nada.
NO…
No, a menos que ahora pongas en práctica lo que te he explicado.
Porque la realidad es esta: a escribir emails se aprende escribiendo.
Así que si de verdad quieres volverte un experto del email marketing, practica, practica y practica hasta que se te agarroten las manos y se te caigan los dedos (recuerda que yo no siento el dolor).
Y lo segundo es que esto es solo una pincelada.
Como comprenderás, en un solo post no puedo volcar el aprendizaje de varios años haciendo email marketing, ¿no?
>> Además, eso ya lo he hecho en mi curso Email Attack. <<
Un curso donde te explico mucho más a fondo los puntos que he tratado en este post, y donde también te doy:
Suelo hacer la broma de que ese curso no lo he creado, sino que lo he parido (de ahí el asunto que has leído antes). Y es que en él he volcado todo el conocimiento que llevaba en las entrañas.
Y será que lo veo con ojos de madre, pero creo que si quieres aprender a hacer tus propios emails (y estás dispuesto a darte alguna galleta por el camino), este curso es perfecto para ti.
Échale un ojo a la página del curso y comprueba por ti mismo si tengo razón o no.
¿Listo para (re)conquistar a tu lista? ? ?
Entonces te va a gustar todavía más lo que tengo preparado para ti en mi newsletter.
Si te suscribes, te regalo una plantilla de email de venta, y además te envío un email* de lunes a jueves a las 8:08h (*y con email me refiero a correos frescos, divertidos, con muchas lecciones y con los que te lo vas a pasar pipa).
Bea dice:
Hola!!
Me molan mucho tus post, y los estoy leyendo poco a poco todos. Pero hay una cosa que no entiendo muy bien. El tema es que yo voy a vender productos físicos. Me compré tu curso de «Declaración de intenciones» y lo estoy poniendo en práctica.
El tema es lo que dices en este punto:
«Si es una newsletter, el objetivo es anunciar tu último contenido (hay personas que hacen como un carrusel de contenidos en su newsletter y enlazan a distintos contenidos. A mí no me termina de convencer, das demasiadas opciones y la gente se lo «deja para luego»).»
Se supone que yo es lo que al final haré de mandar correos para presentar los nuevos diseños, pero entonces toooodo lo que estoy leyendo no serviría?
Porque mi idea para poder diferenciarme del resto de la competencia que justamente hace eso, es crear la cercanía con la gente, ser una marca cercana y por eso mismo iba a poner en práctica el curso…. No sé si me expliqué bien.
Gracias por todo!! ^^
Mila Coco dice:
Hola Bea, gracias por tu comentario.
Perdona, pero no entiendo tu pregunta. Creo que me falta contexto. ¿Me lo podrías explicar y te intento responder?:D
Angela Rodriguez dice:
Buenísimo el artículo..super completo.
Mila Coco dice:
¡Gracias Ángela! 😉
Luisa dice:
Mila, estaba enganchada a tus emails, pero también ahora a tus artículos!! Este me ha súper encantado. Yo aún no tengo ni lista de emails de potenciales clientes, pero el día que la tenga, tengo clarísimo que te compraré el curso, aunque ya esté subido de precio (y bien merecido que los subas).
Me ha flipado tu artículo, la manera en que has usado las metáforas y cómo engancha… Me apunto varios trucos para el futuro y sigo leyéndote. Un saludo, crack!!
Mila Coco dice:
Hola Luisa,
¡Muchas gracias por tu mensaje! Me alegro de que te haya servido el post.
Al final la idea es esa, compartir contenido de calidad de una forma sencilla y práctica.
¡A darle caña!
Un abrazote