Me he quebrado mucho la cabeza para escribir este post.
Mucho.
Y tú dirás: “Venga, Mila, no será para tanto. Si AIDA es una fórmula sencillita”.
JÁ.
Pobre iluso, no sabes dónde te has metido.
Lo primero que debes tener claro es esto:
A diferencia de otras como la PAS, la P.A.S.T.O.R. o la PPP, AIDA es mucho más que una fórmula de copywriting.
Es una técnica.
Un método.
AIDA es un reflejo del recorrido mental que sigue un cliente a la hora de comprar.
Y en este post te explico en detalle.
Aquí te voy a contar:
Aviso: coge algo para tomar apuntes, que te va a hacer falta.
Aunque hoy la conocemos como una fórmula, AIDA no nació ligada al copywriting.
El concepto “AIDA” lo creó un publicista estadounidense llamado Elías St. Elmo Lewis (toma nombrecito) en 1898.
Su objetivo era crear un modelo que reflejase todas las etapas por las que pasa una persona:
Vamos, que AIDA es un reflejo del embudo de ventas.
En concreto, Lewis definió 4 fases por las que pasa un cliente. Seguro que ya sabes a cuáles me refiero, ¿verdad? 😉
“Vale, MIla, pero… ¿y todo este rollo qué tiene que ver con la fórmula AIDA y el copywriting?”.
Concho, qué impaciente.
Eso es lo que te iba a explicar ahora.
Dicho de manera muy simple, la fórmula AIDA coge las bases del método y las aplica a un texto de venta.
Lo que establece esta fórmula es que tu copy tiene que:
Y en este sentido, AIDA se diferencia un poquito de otras fórmulas.
Fíjate por ejemplo en la P.A.S.T.O.R.
“P.A.S.T.O.R” te marca una estructura muy clara: te dice dónde tocar los puntos de dolor de tu cliente, cuándo mostrar la solución, la prueba social…
Eso hace que sea bastante fácil de aplicar (por eso mismo la escogí como fórmula base para mi curso Landing Attack).
AIDA no.
Lo que AIDA te dice es el proceso mental que debe seguir un cliente a medida que va leyendo tu copy.
Y eso es un poco más complicado de llevar a la práctica.
Porque si yo te digo que en tu página de ventas tienes que despertar el interés de tu cliente, o generarle deseo… ¿cómo lo haces exactamente? ¿Qué elementos de tu mensaje de ventas utilizarás y en qué orden?
Como sé que esto genera muchas dudas, voy a explicarte punto por punto cómo usar la fórmula AIDA en una página de ventas
Para aplicar bien la fórmula AIDA, tienes que entender a la perfección las diferentes fases que la componen.
Y para explicarte esto, creo que lo mejor es usar un caso práctico.
Imagina que tenemos a una persona llamada Lucía.
Lucía ha quedado para cenar con varios amigos. Y uno de ellos se ha traído a Juan, un conocido suyo.
A Lucía, el chico le llama la atención desde el principio. Es majo, divertido, incluso le parece bastante mono…
Pero es que, en un momento dado, la charla gira hacia el tema de la escalada, una actividad que a Lucia le encanta.
¡Y resulta que a Juan también!
A lo tonto, los dos acaban monopolizando la conversación y hablando sobre vías, ferratas, cuerdas, mosquetones…
Total.
Que al terminar la noche, Lucía se va a casa pensando: “Oye, qué bien me ha caído este chico. Me alegro de que haya venido a la cena”.
***
El primer paso en la fórmula AIDA es atrapar la atención del lector.
Conseguir que se fije en ti. Que deje todo lo que está haciendo y empiece a leer tu página de ventas. Esto lo conseguimos, sobre todo, con el título.
Pero fíjate que no se trata solo de llamar la atención, sin más.
Además, ese primer contacto tiene que generarle al lector una sensación positiva (como le ha pasado a Lucía con Juan).
Una chispa.
Se trata de que siga leyendo, pero sobre todo, que lo haga con las expectativas adecuadas.
Con auténtico interés. 😉
NOTA: en este post te explico cómo provocar ese efecto con los títulos de tus páginas de venta.
Al día siguiente, Lucía y Juan se agregan a Instagram.
Poco a poco se van conociendo, y Lucía descubre que tienen bastantes cosas en común aparte de la pasión por la escalada.
Juan tiene un perro (y a ella le encantan los animales), a ambos les gusta leer…
En las semanas siguientes vuelven a quedar un par de veces con el resto de sus amigos, y parece que la cosa fluye entre ellos.
Así que un día, Lucía le propone a Juan que vayan a tomar algo, pero esta vez los dos solos.
***
Si lo has hecho bien, el título de tu página de ventas debería haberle despertado una pizca de interés a tu lector.
Y el siguiente paso en la fórmula AIDA es inflamar ese interés.
¿Cómo?
De lo que se trata es de mostrarle a tu cliente que tu producto/servicio y él están hechos el uno para el otro. 😉
Y a partir de ahí… nace el deseo.
Lucía acude a la cita muerta de nervios.
Pero a medida que la noche avanza, resulta que sus miedos eran infundados. Los dos se lo pasan genial. Charlan como si se conocieran de toda la vida, se ríen…
Además, Juan se muestra muy amable y atento con ella durante toda la noche. Lucía se siente muy, muy a gusto con él.
Al final, ambos tienen claro que va a haber una segunda cita.
***
Una cosa es que a tu cliente le interese tu producto; y otra muy distinta que quiera comprarlo.
¿Cómo conviertes el interés en deseo?
Pues igual que le ha pasado a Lucía con Juan: tienes que resolver todas sus posibles dudas (sus objeciones de venta).
Y al mismo tiempo, le sigues explicando todos los beneficios de tu solución y lo que podría conseguir si lo compra.
Pero ojo.
Una cosa es que un potencial cliente quiera comprar tu producto. Y otra muy diferente, que decida pasar a la acción.
A veces hace falta darle un empujoncito…
Lucía vuelve a quedar con Juan varias veces, y cada día tiene más claro que es perfecto para ella:
Tiene todo lo que ella busca en una pareja.
Por eso, toma la decisión de hablar con él y proponerle que lleven su relación un paso más allá… pero cada vez que trata de iniciar esa conversación, se le hace un nudo en la garganta.
Entonces una noche, mientras están terminando de cenar, Juan le dice:
–Oye, Lucía. No sé tú, pero yo me lo paso muy bien contigo. Y me da pena que las veces que nos veamos sea solo para un rato. Por eso, he pensado en reservar un viaje de un fin de semana para hacer escalada, y por la noche quedarnos en una casa rural y ver las estrellas juntos. ¿Te apetece?
Lucía le responde que sí. Y que no solo quiere verlo para un fin de semana, sino para el lunes, y el martes, y el miércoles… y todos los días que hagan falta. 😉
***
Y colorín colorado…
¡EH! Espera.
Que aún no hemos acabado.
¿Cómo consigues tú este mismo final de cuento en tu página de ventas? ¿Cómo consigues que tu cliente te dé el “Sí… quiero comprarte a ti y nada más que a ti?”.
Pues como te decía, a veces hace falta darle un empujoncito.
Lo habitual en una landing page es:
Y ahora sí, colorín colorado… al final tu cliente te ha comprado. 😉
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Sara Segovia dice:
Gracias, GRACIAS, gracias Mila por explicar la fórmula tan bien. Si me quedaba un resquicio de duda sobre cómo usarla, con ayuda de la metáfora de Lucía y Juan, queda requeteclaro todo.
Mila Coco dice:
¡Me alegro! Gracias a ti ????