Esto que vas a leer es un fragmento de un email que envié a mi lista.
Léelo con atención:
“Imagínate la siguiente escena:
Estoy tomándome algo con Andrea en el típico bar regentado por asiáticos.
Es la hora de comer y es el primer bar que hemos encontrado.
La camarera es maja.
El vino está bueno.
Y en la carta tienen sorprendentemente opciones vegetarianas.
Todo pinta estupendo.
Pero la cosa se tuerce cuando decido ir al baño.
Al entrar, la luz ya está encendida. Así que como una persona normal que soy…
NO HAGO NADA.
QUIERO DECIRTE, SI ENTRAS A UN BAÑO Y LA LUZ ESTÁ ENCENDIDA, ¿QUÉ HACES?
¿BUSCAR LA LUZ A VER SI HAY QUE DARLE PARA QUE NO SE APAGUE?
NO, ¿VERDAD?
PUES ESO.
Ya te he adelantado lo que va a pasar en tres segundos, porque efectivamente la luz se apaga de repente.
Y ahí estoy.
Con el culo al aire.
Y a oscuras.
Lo primero que pienso es:
‘Esto es una luz con sensor.’
Así que hago movimientos frenéticos con los brazos, intentando alcanzar el sensor de las narices.
Nada.
Ahí no hay un sensor, ni lo hubo nunca.
La madre que los parió.
¿Ahora qué?
[…]
¿Ves lo que he hecho?
He cogido una anécdota cotidiana y la he convertido en una historia repleta de tensión y giros (ahora mismo estás deseando saber cómo me las ingenié para encender la luz de ese baño, ¿a que sí?). 😉
Con este ejemplo quiero demostrarte una cosa:
Que las historias, incluso las aparentemente más “aburridas”, pueden ser una herramienta poderosísima para atrapar la atención de tu lector (tu potencial cliente).
Y una vez tienes su atención, venderle.
Eso es precisamente lo que te voy a explicar en este post: cómo utilizar el storytelling para vender.
Pero mejor empiezo por el principio…
El storytelling es el arte de contar historias.
Concretamente, historias que nos ayudan a conectar con nuestra audiencia y venderles nuestro producto o servicio.
No importa si hablamos de:
Una buena historia, contada con gracia y utilizada estratégicamente, puede ayudarte a aumentar la conversión.
Porque funcionan.
No solo sirven para captar la atención del lector (como he hecho yo contigo en la introducción del post).
Además, con el storytelling:
Un ejemplo de esto último.
Supongamos que soy dentista y quiero venderte mi servicio de blanqueamiento dental.
Para hacerlo, podría explicarte que con ese servicio tu sonrisa se verá más bonita y dejarás de sentirte inseguro cuando te hacen fotos…
… o mejor aún, puedo mostrártelo.
¿Cómo?
Contándote la historia de Laura: una clienta mía que un día, mirando sus fotos de Instagram, se dio cuenta de que siempre salía con la boca tapada por miedo a que se le vieran los dientes.
Y que, tras encontrarme y contratar mi servicio de blanqueamiento, ahora sale en todas las fotos con una sonrisa de oreja a oreja y se siente mucho más segura.
¿Cuál de las dos formas crees que conectaría más contigo?
No.
Las historias no venden por sí solas.
Si envías un email que solo tiene historia, y al final le metes con calzador un enlace a tu producto, te aseguro que así no vas a vender (de hecho ese es un error muy común).
La idea es utilizar esas historias de manera estratégica.
Eso es lo que te voy a explicar ahora.
En los últimos años he escrito, revisado y corregido varios cientos de emails con storytelling (tanto míos como de los alumnos de mis programas y talleres…).
Así que creo que puedo darte un par de consejos para escribir los tuyos.
Y sobre todo, para escribirlos de manera que enganchen a tus clientes y los empujen a comprarte.
Saca papel y boli, que te cuento.
“Vale, pues abro un documento en blanco y me pongo a escribir como si no hubiera un mañana”.
¡Quieeeeeeeeeto!
Aparta las manos de las teclas, que te veo. 😉
Para escribir un buen email con storytelling, primero debes tener claro:
Lo desarrollo.
A la hora de redactar un correo para tu lista (con o sin historia), debes pensar qué quieres conseguir con él.
Cada email debería tener un único objetivo principal (eso te lo pondrá más fácil para ti a la hora de escribirlo, y sobre todo evitará que la atención del lector se diluya).
Ahora que tienes claro el propósito del email, toca buscar una historia que puedas vincular con esa idea.
El objetivo es que tanto la historia como la parte final del email tengan coherencia (que no parezca que has colado esa anécdota a la fuerza).
Te pongo algunos ejemplos:
OBJETIVO DEL EMAIL | HISTORIA |
Explicar que has diseñado un proceso de trabajo muy detallado, que te permite ofrecerles mejores resultados a tus clientes. | Aquella vez que hiciste un desastre culinario por no seguir a rajatabla la receta (como ejemplo de lo importante que es tener un proceso bien definido para que las cosas salgan bien). |
Presentar tu curso para autónomos que quieran aprender a desgravarse más dinero en la renta. | El susto que te pegaste en tu primer año como autónomo cuando te tocó hacer la declaración, porque no sabías todo lo que sabes hoy. |
Vender tu servicio de consultoría. | El día en que se te rompió el portátil y recurriste a tu amigo informático para que te acompañase a comprar otro, porque necesitabas que alguien con conocimientos te guiase. |
Ojo, también lo puedes hacer al revés: primero eliges la historia y luego decides cómo vas a ligarla.
El orden en que lo hagas es lo de menos.
Lo más importante es que la conexión entre la historia y la llamada a la acción al final del email resulte natural.
Hablando de eso…
Esta es la parte donde la mayoría de la gente patina cuando hace emails con storytelling.
Y es que hacer una buena transición es complicado.
La manera de hacerla variará un poco en cada caso, pero te dejo un par de ideas:
Como todavía no estamos redactando el email, ahora mismo no hace falta que te explayes demasiado.
Con que tengas claro cómo vas a ligar la historia y la venta es suficiente.
“Mila, es que mi vida es muy aburrida. No tengo anécdotas que contar en mis emails”.
Lo dudo mucho.
Fíjate en el fragmento que te puse al principio de este post: es la anécdota de cómo me metí en el baño de un bar y se me apagó la luz.
Muchas veces la clave no está en la historia que cuentas, sino en cómo contarla para que resulte entretenida.
Y para darle un poco de chicha incluso a la anécdota más aparentemente sosa y aburrida, puedes aplicar una estructura narrativa muy conocida:
La pirámide de Freytag.
Dentro de esta estructura, dividimos una historia (en este caso, un email con historia) en 5 partes.
Te la explico con el mismo email que te puse de ejemplo al principio (así de paso descubres cómo acabó mi odisea con la luz del baño). 😉
La exposición es el arranque de la historia (y también del email).
Aquí presentas a los personajes y su situación de partida.
“Esto que te voy a contar, te va a hacer mucha gracia.
“Sé que te gusta reírte de mis desgracias y que te deleita leer historias vergonzosas.
Así que ahí voy.
Imagínate la siguiente escena:
Estoy tomándome algo con Andrea en el típico bar regentado por asiáticos.
Es la hora de comer y es el primer bar que hemos encontrado.
La camarera es maja.
El vino está bueno.
Y en la carta tienen sorprendentemente opciones vegetarianas.
Todo pinta estupendo.”
Ahora es cuando ocurre “algo”. Ese pequeño giro que pone en marcha la historia y atrapa por completo la atención del lector.
“Todo pinta estupendo.
Pero la cosa se tuerce cuando decido ir al baño.
Al entrar, la luz ya está encendida. Así que como una persona normal que soy…
NO HAGO NADA.
QUIERO DECIRTE, SI ENTRAS A UN BAÑO Y LA LUZ ESTÁ ENCENDIDA, ¿QUÉ HACES?
¿BUSCAR LA LUZ A VER SI HAY QUE DARLE PARA QUE NO SE APAGUE?
NO, ¿VERDAD?
PUES ESO.
Ya te he adelantado lo que va a pasar en tres segundos, porque efectivamente la luz se apaga de repente.
Y ahí estoy.
Con el culo al aire.
Y a oscuras.
Lo primero que pienso es:
‘Esto es una luz con sensor.’
Así que hago movimientos frenéticos con los brazos, intentando alcanzar el sensor de las narices.
Nada.
Ahí no hay un sensor, ni lo hubo nunca.
La madre que los parió.
¿Ahora qué?”
El momento de la historia donde la tensión toca techo. El suspense es máximo, y tu lector está al borde de la silla.
«Busco con la mirada
No veo un carajo.
A tientas, llego a la puerta, palpo la pared para buscar el interruptor, pero no lo encuentro.
No me digas que…
Me cachis en la porra.
EL INTERRUPTOR, QUE TIENE UNA DURACIÓN DE 3 MISISSIPIS, ESTÁ FUERA DEL BAÑO.
¿QUIÉN INVENTÓ TAL ABERRACIÓN?
LA PERSONA QUE TUVO SEMEJANTE OCURRENCIA DEBERÍA ESTAR EN LA CÁRCEL DE LOS INSENSATOS.
BAJO CADENA PERPETUA.
Virgen santa.«
La tensión empieza a rebajarse, y la historia se acerca poco a poco a su final.
«Me lavo las manos y veo un bote de Cristasol al lado del jabón.
La imagen es tan sórdida, que solo puedo salir a la terraza, sentarme de vuelta y sonreír.«
En el caso de un email con storytelling, el desenlace no solo es donde se cierra la historia.
Además, en esta parte también incluyes la llamada a la acción donde le pides al lector que haga algo (que lea tu último post, que solicite una reunión, que compre tu producto, etc.).
Fíjate:
“Es curioso cómo funcionan las historias.
Y es todavía más curioso la relación que he creado contigo. Probablemente no nos hayamos visto en la vida, pero aquí estoy yo:
Hablándote de cómo me quedé sin luz mientras iba al baño.
Siempre digo lo mismo, pero te prometo que no es necesario contar historias increíbles para que la gente te lea y te compre.
Basta con hablar de cosas cotidianas, hacer sentir partícipe a tu lector (y potencial cliente) de tu día a día.
De lo que ocurre en tu negocio.
El resto son añadidos y estructuras narrativas.
Ya te contaré más sobre eso en el primer contenido que voy a sacar para mi nueva membresía.
Para enterarte de todo y encima acceder a un precio exclusivo de lanzamiento, apúntate a esta lista VIP.
Ojo.
Solo si haces clic entrarás.
Dentro de muy poquito traeré noticias para los que estén en esa lista.
Un abrazo,
Mila”
Por cierto…
¿Te has fijado en cómo he hecho la transición entre la historia y la venta para que resulte natural? 😉
Ya lo tienes todo listo: ahora solo falta darle vida a ese email.
Te dejo un par de trucos:
Cuando lo revises, asegúrate sobre todo de que la historia y la venta estén bien vinculadas y de que la transición no sea demasiado brusca.
¡Ah!
Y no te olvides de pasarle el corrector ortográfico (suena obvio, pero te sorprendería cuánta gente se olvida de hacerlo).
Si después de leerme te ha picado el gusanillo de las historias y quieres aplicarlo con tu lista, te propongo dos cosas:
Y aparte de eso, te dejo un ejercicio.
A partir de ahora, cada vez que veas un email (o una página de ventas, una publicación en RRSS, un post, etc.) donde se use el storytelling, analízalo.
Te prometo que si lo haces a menudo vas a aprender muchísimo.
Entonces te va a gustar todavía más lo que tengo preparado para ti en mi newsletter.
Si te suscribes, te regalo una plantilla de email de venta, y además te envío un email* de lunes a jueves a las 8:08h (*y con email me refiero a correos frescos, divertidos, con muchas lecciones y con los que te lo vas a pasar pipa).